Manifiesto de una conciencia cansada (Carta a la humanidad que aún duerme, escrita desde el grito silenciado de quien ya no quiere fingir)
- Talia Garcia
- 30 mar
- 2 Min. de lectura

Ya no quiero saber más.
No porque ignore.
Sino porque sé demasiado.
Y este saber me pesa como piedra en el pecho.
Sé cómo funciono.
Sé cómo organizarme.
Sé cómo callar cada emoción que grita.
Sé cómo complacerlas a todas: a la mente, al cuerpo, al alma.
Pero hay una que no se deja calmar:
la rabia.
Y lo peor —o lo mejor— es que tiene razón.
La rabia no miente. No finge. No negocia.
Es la parte de mí que ya no soporta vivir a medias,
en un mundo donde las personas se reproducen como consuelo,
como si traer una nueva vida fuera el parche perfecto para no enfrentar la propia.
Un mundo donde la rueda gira sin parar,
y cuando se detiene por un segundo,
el silencio no trae paz… trae vacío.
¿Esto era todo?
¿Este es el premio por seguir las reglas?
La rutina no me asusta.
La mentira sí.
La costumbre de ignorar lo esencial.
El ruido que tapa las preguntas.
La desconexión disfrazada de eficiencia.
El “todo bien” cuando nada está bien.
Ya no quiero ser igual.
No quiero seguir caminando como si no supiera que estamos todos rotos por dentro,
pero bien maquillados por fuera.
No quiero formar parte de una normalidad construida sobre la evasión,
sobre la constante negación de lo que más necesita ser visto:
el dolor, la rabia, la verdad.
Nadie tiene la culpa,
pero todos somos responsables.
Y todos lo sabemos.
Lo sentimos en el cuerpo, en el sueño roto, en la ansiedad que no se explica,
en el vacío que ninguna red, pareja o logro puede llenar.
Pero preferimos mirar para otro lado,
porque saber implica actuar,
y actuar implica soltar la comodidad de ser víctimas del sistema.
Estoy cansada.
Cansada de sostener un mundo interior que el exterior no entiende.
Cansada de ser consciente en una realidad que anestesia.
Cansada de ver cómo nos vendemos paz, pero no la practicamos.
Cómo compramos amor, pero no nos amamos.
Cómo seguimos produciendo, reproduciendo, consumiendo,
sin detenernos a sentir.
Y sin embargo,
aún con todo este cansancio,
hay algo dentro de mí que se niega a rendirse.
No porque espere un milagro.
Sino porque ya no puedo mentirme más.
Porque si vine a este mundo fue para ser parte de la diferencia,
aunque duela, aunque agote, aunque me deje sola a veces.
Porque en medio del caos, sé que hay otros como yo,
que ya no quieren seguir durmiendo con los ojos abiertos.
Que no buscan más likes, buscan sentido.
Y si esta carta llega a alguien,
aunque sea a uno solo,
que sepa que no está loco.
Que no está solo.
Que no está equivocado por sentir tan fuerte.
Esto es para vos, para mí, para todos los que ya no quieren fingir.
Los que ya no caben en esta jaula disfrazada de normalidad.
Los que eligen arder antes que conformarse.
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